Declaración sobre el racismo en contra de la comunidad asiática en tiempos de COVID-19
Traducido por Juliany González Nieves
Nosotros y nosotras, los firmantes, nos unimos como cristianos, cristianas, y líderes comunitarios asiático-estadounidenses para denunciar el incremento actual de racismo público en contra de la comunidad asiática en Estados Unidos. Hacemos un llamado al cese inmediato de la retórica xenófoba, los crímenes de odio, y la violencia en contra de nuestra gente y nuestras comunidades. Invitamos a todos los estadounidenses a unirse a nosotros para combatir estas enfermedades contagiosas y trabajar por el bienestar común.
En las pasadas dos semanas de marzo 2020, asiáticos-estadounidenses (i. e. estadounidenses de ascendencia asiática) han reportado casi 1,000 incidentes de racismo. De no ser mitigados, este número incrementará en las próximas semanas. Muchos de estos incidentes han sido ataques violentos en contra de la vida y la dignidad humana, y muchos otros ni siquiera han sido reportados. Asimismo, a pesar del consenso internacional, la protesta pública, y el incremento de racismo en contra de asiático-estadounidenses, algunos líderes de nuestra nación intencionalmente han escogido cierta nomenclatura para el novel coronavirus (COVID-19), llamándolo “gripe china” o “flu chino.” Esto inevitablemente ha puesto en riesgo las vidas de más de 20 millones de estadounidenses, quienes son de ascendencia asiática.
Narrativas dañinas como la del llamado “peligro amarillo” continúan siendo perpetuadas por la prensa en representaciones institucionales y populares de nuestra gente, nuestra comida y nuestras costumbres, las cuales son presentadas como peligrosas y no bien recibidas. Considere las imágenes de personas asiáticas con mascarillas en los reportajes acerca de COVID-19. Esta forma de enmarcar la situación ha tenido un impacto negativo en las vidas de muchos y muchas asiático-estadounidenses, y va desde discriminación en contra de negocios y empresas asiáticas en los EE.UU., hasta ataques verbales y físicos. Como estadounidenses, todas nuestras comunidades viven con miedo de adquirir COVID-19. Como asiático-estadounidenses enfrentamos a diario el miedo adicional de discriminación y violencia. El FBI ha advertido que crímenes de odio en contra de asiático-estadounidenses probablemente aumentarán a través de los Estados Unidos.
Tristemente, la actual xenofobia alrededor de COVID-19 es simplemente el caso más reciente en la historia estadounidense de personas asiáticas representadas y tratadas como “peligro amarillo.” Algunos ejemplos notables del pasado incluyen, pero no se limitan a: la exclusión migratoria de estadounidenses de ascendencia china en base a raza, y su designación como peligrosos en 1882; la discriminación y ataques violentos en contra de trabajadores filipino-estadounidenses en California durante los 1920s y 1930s; la injusta encarcelación en masa de ciudadanos estadounidenses de ascendencia japonesa durante la Segunda Guerra Mundial; la demonización de asiático-estadounidenses como el enemigo, independientemente de su origen étnico, durante las guerras en Corea y Vietnam, Cambodia, y Laos; y la violencia y discriminación sufrida luego de 9/11 por estadounidenses de ascendencia sur asiática junto con aquellos de herencia del Medio Oriente. Vale notar que durante la ola de violencia anti-asiática en los 1980s, la Liga de Ciudadanos Japoneses-Americanos testificó ante el Congreso indicando que a través de la historia estadounidense, nuestra nación ha pasado más de 600 piezas de legislación anti-asiática.
A nuestros hermanos y hermanas asiático-estadounidenses: Les vemos; les escuchamos; y anhelamos un rápido final para este periodo de racismo relacionado al coronavirus. Algunos de ustedes han experimentado este racismo de manera personal. Ha lastimado a nuestras familias, comunidades, y negocios, y entendemos el dolor. Sabemos que aún luego de que los profesionales médicos encuentren tratamientos y una vacuna para este virus, nosotros tendremos que lidiar con la continua pandemia de xenofobia y racismo anti-asiático. Históricamente, las mareas del racismo anti-asiático vienen y van dependiendo de la amenaza percibida. Sin duda alguna continuaran, pero sepa que estamos aquí para usted. Nuestras iglesias están aquí para usted. No está sola ni solo.
A través de nuestra historia, muchos de nosotros hemos intentado crear conciencia acerca del prejuicio y racismo anti-asiático en la iglesia y la sociedad en general. Ha habido muchos avances y movimientos alentadores. Sin embargo, el odio y la discriminación persisten. Si bien el racismo anti-asiático incrementa alrededor del mundo, también esperamos que nuestra comunidad asiática-estadounidense recuerde que otras comunidades racialmente minoritarias han experimentado y continúan experimentando racismo todos los días, a veces como resultado de nuestro propio colorismo y anti-negritud. Pedimos a nuestros hermanos y hermanas asiático-estadounidenses que busquen oportunidades para solidarizarse con otras minorías étnicas y raciales, y venir a su defensa, así como muchos de ellos y ellas lo han hecho por nosotros durante este tiempo. Finalmente, a aquellos y aquellas que no han experimentado racismo anti-asiático de manera personal, les pedimos que escuchen, empaticen, y brinden apoyo.
A estadounidenses de otros trasfondos: Agradecemos a aquellos y aquellas de ustedes que se han solidarizado con nosotros durante este tiempo. Estamos profundamente agradecidos de otras minorías raciales, especialmente de la comunidad Afro-estadounidense, quienes han abierto y allanado el camino para que nosotros podamos buscar la justicia y la paz. Otros de ustedes quizás están recién notando que el racismo anti-asiático está más vivo que nunca. Vernos levantar nuestras voces quizás rete la antigua suposición de que los asiáticos-estadounidenses son “minorías modelo.” Le invitamos a que se eduque, se una a la causa en contra del racismo anti-asiático, y sea parte de la solución. Es importante que reconozca la realidad de este racismo, que intervenga (i. e., si ve algo, diga algo), y que luche en contra de la retórica y violencia xenófoba a todos los niveles.
A cristianos, cristianas, y líderes cristianos de todos los trasfondos étnicos y raciales: amar a Dios a través del amor al prójimo es una marca distintiva de la fe cristiana (Marcos 12:31; 1 Juan 4:21). Como seguidores de Jesús que creemos en que todas las personas fueron creadas a imagen de Dios (Génesis 1:27), buscamos el florecimiento de cada ser humano, prestando especial atención a aquellos que son marginalizados y oprimidos (Éxodo 22:22; Isaías 1:17; Salmos 82:3; Zacarías 7:9-10). Esto incluye a aquellos que están enfrentando racismo. Por lo tanto, le urgimos a que hable sin ambigüedad en contra del racismo, cualquiera sea su tipo. El testimonio cristiano fiel requiere trabajo anti-racista, y el silencio solo perpetúa los pecados no discutidos. Esto incluye ir más allá del reconocimiento superficial de los incidentes más obvios de racismo. Requiere tomar la responsabilidad de confrontar las viejas tendencias de la gente de descartar e ignorar las realidades del racismo. También requiere discutir la incredulidad y desobediencia de sus feligreses, quienes continúan ignorando miembros del cuerpo de Cristo que están sufriendo y bajo amenaza. A través de los años, muchos de nosotros y nosotras, cristianos y cristianas asiático-estadounidenses, nos hemos pronunciado en contra del racismo anti-asiático durante incidentes prominentes dentro y fuera de la iglesia. Ahora le pedimos que se una a nosotros y nosotras en este trabajo impulsado por el evangelio.
Llamamos a lo siguiente:
Involúcrese en el discipulado integral en sus iglesias, y abrace la enseñanza y la obra de Jesús, combatiendo activamente el racismo anti-asiático desde el púlpito, en la vida de la congregación, y en el mundo.
Concientizar y educar acerca de temas asiático-estadounidenses, prejuicios anti-asiáticos e historias de opresión y resistencia, desde la educación pre-escolar hasta estudios universitarios.
Proveer servicios y recursos en pro de la salud mental de jóvenes asiático-estadounidenses y sus familias que sean culturalmente informados en todas las escuelas y agencias públicas.
Apoyar negocios y empresas asiáticas, las cuales han sido desproporcionalmente impactadas de manera negativa debido a COVID-19. Así mismo pedimos apoyar a asiático-estadounidenses quienes han sido discriminados e injustamente puestos en el blanco en lugares de trabajo.
Haga responsables a los funcionarios y funcionarias electos por sus palabras e inacción. Déjeles saber que el uso de retórica dañina no será tolerado. Ore que atiendan a su responsabilidad de proteger de la violencia y opresión a aquellos y aquellas más vulnerables (Salmos 72:12-14), y que busquen la justicia y la paz (1 Timoteo 2:2) por el bien común (Jeremías 29:7).
En esta época recordamos que el Señor Jesucristo se encarnó para manifestar que Dios sana y venda las heridas de los quebrantados de corazón. A través de este trabajo sanador, Jesús reúne lo que el Rev. Dr. Martin Luther King Jr. llamó la “Amada Comunidad” (“the Beloved Community” en inglés). Esta comunidad encarna interdependencia y los lazos familiares de todas las personas. De manera que, invitamos a todos, todas, y a cada uno que se solidarice con nosotros y nosotras a firmar y compartir esta declaración en sus círculos personales y organizacionales. También puede unirse al Colaborativo Cristiano Asiático Estadounidense en Facebook, Twitter, e Instagram (puede encontrarnos en todas las redes sociales como @aachristcollab) o visitar la página www.asianamericanchristiancollaborative.com para recursos que le ayuden a empoderarse y equiparse como individuos, organizaciones, e iglesias con el fin de tomar acción y lidiar con el racismo anti-asiático. Creemos en el poder redentor del evangelio como el único camino para alcanzar la reconciliación verdadera, entre Dios y la humanidad y a través de líneas raciales y sociales. Que el nombre de Jesús sea glorificado mientras nosotros y nosotras, su cuerpo colectivo, buscamos la verdad, la justicia, la restauración y la unidad.